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No water, no nothing

Vista de la llera del riu Besòs. Autor: Àlex Losada
Rafael Mujeriego escribe sobre los posibles recursos hídricos para liderar la lucha contra la sequía en el Mediterrráneo.

Autor: Rafael Mujeriego
Enginyer de Camins i Catedràtic d’Enginyeria Ambiental de la UPC-BarcelonaTech

El agua regenerada, y especialmente el agua purificada, permitirá dotarnos de unos recursos fiables, locales, de coste razonable y protegidos frente a la irregularidad pluviométrica.

Me cuesta imaginar la posición de un ciudadano, una empresa o una administración pública que contempla cada día como la disponibilidad de uno de los recursos básicos de nuestra actividad sigue disminuyendo y los gestores del recurso puedan dar la impresión de seguir esperando a que el cielo se compadezca de nosotros y lleguen las lluvias. Si además ese recurso es esencial para la vida, la sensación de perplejidad sigue aumentando, contrastando con la aparente tranquilidad con que se viene contemplando estos últimos meses. Me viene a la mente esa expresión muy coloquial americana de que No water, no nothing.

Es razonable proteger las costas y los deltas, reponer la arena de las playas, impulsar un urbanismo sostenible, promover una movilidad sostenible, descarbonizada y menos contaminante, desarrollar el Smart Water. Pero, sin agua suficiente para el consumo humano y los usos que la vida comporta, no nothing.

Smart Water y gestión del agua

Suele considerarse que el gran esfuerzo por implantar proyectos de Smart Water, es decir de una mejor medida y contabilidad del uso del agua, va a resolver nuestro problema y nos va a aportar recursos adicionales, cuando en realidad lo único –aunque muy importante– que sí nos ofrece es promover un uso eficiente del agua de la que ya disponemos, permitiéndonos así afinar un poco más la gestión de nuestra escasez hídrica crónica.

También se considera que los trasvases (o los términos locales de “traída de agua” o de “importación de agua” como usan los californianos) nos van a resolver la escasez de agua. En realidad, los californianos y nosotros estamos viendo que cuando la sequía –o las restricciones de captación de agua como las acordadas por la Mesa del Ter– afecta simultáneamente a la zona cedente y la zona receptora, la situación general tiene muy mal pronóstico.

El recurso del mar que baña nuestras costas tiene una implicación clara: el uso de energía, cuya valoración más optimista –incluso irreal– de 2,5 kWh/m3 suele alcanzar en realidad otra mucho más común y frecuente de 3,5 a 4,0 kWh/m3.

La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de evitar el gran error de algunos gestores europeos de depender de forma mayoritaria de una sola fuente de gas, de una única fuente económica de energía, hasta ahora. Todo parece indicar que esto va a cambiar en el futuro, ya lo está haciendo, a la vista de los precios que los recursos energéticos están alcanzando. El consumo relativo de energía, incluso en forma de hidrógeno verde, es ya un factor determinante de nuestras opciones de gestionar el agua, la agricultura y todos los sectores que necesitan el uso de agua. Prueba de ello es el efecto que la escasez de alimentos –debido en gran parte a la sequía, pero también al precio de la energía– está teniendo en la inflación de los precios de los alimentos. Una vez más: No water, no nothing.

Parece que si las lluvias no se deciden a visitarnos pronto, las soluciones que nuestras instituciones nos proponen para suministrar agua van a tener escasos efectos inmediatos. No solo para los que ya vivimos en este magnífico territorio mediterráneo, sino para aquellos ciudadanos o empresas que estén pensando asentarse entre nosotros ahora o en un futuro próximo. Es conocido que un número creciente de ciudadanos están considerando venir en invierno para aprovechar las buenas temperaturas y reducir su gasto de energía para calentarse, pero se lo pensarán dos veces si no pueden contar con un suministro fiable y suficiente de agua. ¿Turismo de negocios con restricciones de agua?

Conviene resaltar que la disponibilidad de centenares de hectómetros cúbicos de agua depurada que lanzamos cada año al mar, junto con un uso razonable y limitado de energía (en torno 1,2 kWh/m3), nos podría permitir impulsar una purificación de esos efluentes y dotarnos de unos recursos fiables, locales, de coste razonable –el agua barata de tiempos pasados ya se ha terminado, como tantos recursos sobreexplotados– y protegidos frente a la irregularidad meteorológica. Lo que no quiere decir que debamos descartar la indispensable regulación hidrológica –que nos ayuda a evitar la irregularidad y las inundaciones– la estricta aplicación del control de los vertidos contaminantes en las fuentes, la recogida de aguas de inundación en embalses o acuíferos, el ahorro y el uso eficiente del agua y todo lo que haga falta para implantar una gestión integrada y sostenible de los recursos hídricos.

Liderar la solución en el Mediterráneo

La adopción de una estrategia como la indicada nos permitiría no solo resolver nuestros problemas de suministro garantizando la posibilidad de seguir viviendo y prosperando económicamente, sino que podría convertirnos en líderes sociales, económicos, tecnológicos y empresariales en todo un territorio como la cuenca mediterránea, donde todos nuestros vecinos están en condiciones muy parecidas o incluso peores que las nuestras.

Está claro que el puesto de líder y de vanguardista en la gestión de los recursos hídricos en la región mediterránea sigue estando vacante y sin visos de que haya candidatos destacados para ocuparlo. Las oficinas de empleo deberían incluirlo entre sus ofertas más destacadas.

Ya no es solo cuestión de tecnología, sino de decisión política de líderes con carácter visionario y vanguardista. Es un reto nuevo, urgente y necesitado de iniciativas vanguardistas, como las californianas o de otros estados, que solo espera el ser afrontado en nuestras condiciones hidrológicas y climatológicas concretas, las del clima mediterráneo.

Posponerlo y afrontarlo con soluciones ya convencionales solo producirá, parafraseando a Albert Einstein, los mismos resultados que hemos venido obteniendo hasta ahora con las estrategias aplicadas.

Adaptarnos a la “nueva normalidad meteorológica” no es solo una opción inevitable y de éxito, sino una necesidad para evitar la repetición de situaciones de escasez y que debemos hacer con la mayor brevedad posible.

Imatge article: Àlex Losada

Vista de la llera del riu Besòs. Autor: Àlex Losada

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