Esther Bolekia es ingeniera de Caminos y directora de Dévé, una revista sobre estrategia, liderazgo y estilo de vida creada en 2018. En esta entrevista, hablamos de su camino personal y su visión sobre la profesión, el complemento de las ciencias sociales para los conocimientos técnicos de la ingeniería o su visión del futuro de la profesión.
Activa en redes sociales, tiene también un canal de YouTube donde habla sobre noticias ferroviarias i la cultura del ferrocarril y su vertiente social, económica o geopolítica.
¿Qué te lleva a graduarte en ingeniería de Caminos y a especializarte en Transportes?
De siempre me ha gustado construir, soy de carácter constructivo. Tuve mi debate entre ser ingeniera de Caminos o ser arquitecta y, una vez dentro de la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Politécnica, me debatí entre especializarme en estructuras o en transportes. La opción de estructuras me gustaba por los puentes —me gusta tender puentes en lo que es relaciones personales—, pero también me atraía la opción de conectar personas y bienes y el transporte se veía más dinámico.
¿Cómo fue tu experiencia en la universidad?
La Ingeniería de Caminos en la Politécnica es una carrera muy dura. Yo estudié en el Plan Antiguo, el del 83, el último antes de que llegara el Plan Bolonia. Por otro lado, para mí fue una experiencia particularmente dura por agravio comparativo. Veía que mis compañeros partían de contextos socioeconómicos más aventajados que yo: tenían referencias, vivían más cerca, algunos incluso tenían empleos asegurados, no tenían que hacer trabajos extra para pagarse la matrícula, no tenían que cuidar familiares enfermos… su única preocupación era estudiar y divertirse.
A pesar de ello, decidí que iba a sacarme la carrera, que me costó mucho esfuerzo y sacrificio y, por otro lado, fue un escenario para el desarrollo de habilidades. Fui delegada de clase, de curso, de junta de escuela, dirigí equipos, me formé en liderazgo, participé en proyectos de la Escuela…
De la relación entre lo personal y lo profesional no podemos huir. Todo el bagaje técnico no te salva si en las relaciones personales se fracasa.
Actualmente lideras Dévé, una revista digital sobre estrategia, liderazgo y estilo de vida. ¿De dónde nace el proyecto?
Dévé nace de una observación de la realidad. Además de por la ingeniería, tengo un gran interés por las dinámicas humanas y desde mi adolescencia mis temas predilectos son la psicología, sociología, relaciones humanas….
Yo soy una mujer perspicaz, y noté que en la Escuela nos enseñaban habilidades técnicas, pero los alumnos —más las alumnas— teníamos inseguridad sobre qué nos pasaría una vez fuera. Porque a la hora de la verdad, cuando salimos de la universidad no tratamos con asignaturas y exámenes, tratamos con gente. Entre la gente hay desde personas que en su adolescencia fueron bullies hasta personas cuyo sentido de la valía está en ganar la competencia por la atención de los demás, pasando por gente que no sabe jugar limpio y tampoco quiere. Eso sin mencionar a los machistas, que desde la propia Escuela ya nos lanzaban sus perlas.
De la relación entre lo personal y lo profesional no podemos huir. Todo el bagaje técnico no te salva si en las relaciones personales se fracasa. La gente cuando se desahoga del trabajo no es porque un plano de Autocad no sale, sino por las insidias de un compañero o un jefe.
Mi temor era que no había preparación disponible para nosotros “para el mundo”. Los medios que hablaban de temas de dinámicas humanas en el trabajo no se mojaban, y la gente necesita respuestas. Así que junté a un equipo y desde 2018 decidimos hacer disponibles las claves de la sociología, la cultura y el coaching que internet no te enseña para transformar la experiencia en el trabajo y en la vida.
¿Te has encontrado con alguna barrera por el hecho de ser ingeniera de Caminos y impulsar una revista digital?
Me han dicho frases del estilo “No encajas aquí”, “Tú espías lo que hacemos en este departamento y lo publicas en tu revista” o “Tú usas información confidencial”. Da pena que haya gente que se permita esos ataques basados en mentiras. Primero porque en Dévé somos un equipo, todos trabajando cada uno en nuestros empleos, cada uno hablando de diferentes temas. Segundo, porque ninguna empresa es tan especial ni nadie es tan especial. Hay escenarios que por desgracia son comunes, pero más de una vez me han abordado offline con hostilidad para preguntarme “¿Esther, ese artículo va por mí?”. Quien se pica ajos come, me da pena que tanta gente se sienta atacada, pero es una señal de que Dévé es necesario.
Otra es que alguna gente asume que por dirigir una revista o crear contenido no hago bien mi trabajo como ingeniera. En mi caso, gestionar el tiempo exige esfuerzo y sacrificio: mientras a muchos les faltan dos horas para despertarse, yo ya estoy de pie trabajando en mis proyectos. Afortunadamente, por el otro lado todas las semanas recibo mensajes positivos de gente a la que le gustan los artículos de mi revista, les sirven —y se lo transmito a mi equipo—. Agradezco que la gente que valora nuestro trabajo lo exprese, porque curiosamente los bullies y los haters no se callan.
¿Cómo ves el futuro de la ingeniería de Caminos?
¿Dónde, en España o en el mundo? Si nos centramos en España, permitir la expansión de sus ingenieros jóvenes.
En el ámbito de la ingeniería de Caminos, ¿cuáles crees que son los principales deberes pendientes en materia de inclusión, diversidad o género?
Esto es algo que suelo decir: la diversidad no es solo contratar a alguien de un colectivo muy llamativo y reivindicativo. Es entender que existen diferentes trayectorias, contextos, culturas y culturas de empresa. Y todas caben. Que hay gente que quiere ascender y echar horas y hay gente cuya ambición es salir a las 5 en punto e irse a estar con su familia. Que hay gente que en el trabajo encuentra su vocación y otra concibe el trabajo como lo haría un freelance. Que hay gente que tiene otros intereses además de su trabajo y están en su derecho a hacerlos públicos. Y que hay bastante desánimo entre los profesionales millennials y de la generación Z.
Creo que uno de los retos de la Ingeniería de Caminos a nivel empresas es acabar con la cultura de presentismo per se. Otro deber es aprender a identificar sesgos y dejarlos de lado. Una persona que no ha salido de España, no habla otro idioma y no ha convivido con gente diferente a ella (un viaje de una semana no cuenta), está bastante sesgada en cuanto a cultura y forma de ver la vida. Y en los puestos de mando hay demasiada gente así.
Otro deber a nivel técnico ya es asegurar la transmisión de conocimiento de seniors a juniors.